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网上学西班牙语:西班牙语阅读《总统先生》(17)

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2012-05-15 07:22

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《总统先生》(西班牙留学网xibanya.liuxue86.com)

XVII
Amor urdemales
—... ¡Si vendrá, si no vendrá!
—¡Como si lo estuviera viendo!
—Ya tarda; pero con tal que venga, ¿no le parece?
—De eso esté usté segura, como de que ahora es de noche; una oreja me quito si no viene. No se atormente...
—¿Y cree usté que me va a traer noticias de papá? Él me ofreció... —Por supuesto... Pues con mayor razón...
—¡Ay, Dios quiera que no me traiga malas noticias!... Estoy que no sé... Me voy a volver loca... Quisiera que viniera pronto para salir de dudas, y que mejor no viniera si me trae malas noticias.
La Masacuata seguía desde el rincón de la cocinita improvisada las palpitaciones de la voz de Camila, que hablaba recostada en la cama. Una candela ardía pegada al suelo delante de la Virgen de Chiquinquirá.
—En lo que está usté; ya lo creo que va a venir, y con noticias que le van a dar gusto, acuérdese de mí... Que dónde lo estoy leyendo, dirá usté... Me se pone y lo que es para eso de las corazonadas soy infalible... ¡Mirá con quién, con los hombres!... Bueno, si yo le fuera a contar... Es verdá que un dedo no hace mano, pero todos son lo mismo: al olor del hueso ái están que parecen chuchos...
El ruido del soplador espaciaba las frases de la fondera. Camila la veía soplar el fuego sin ponerle asunto.
—El amor, niña, es como las granizadas. Cuando se empiezan a chupar, acabaditas de hacer, abunda el jarabe que es un contento; por todos lados sale y hay que apurarse a jalar para adentro, que si no, se cae; pero después, después no queda más que un terrón de hielo desabrido y sin color.
Por la calle se oyeron pasos. A Camila le latía el corazón tan fuerte que tuvo que oprimírselo con las dos manos. Pasaron por la puerta y se alejaron presto.
—Creía que era él...
—No debe tardar...
—Debe ser que fue adonde mis tíos antes de venir aquí; probablemente se venga con él mi tío Juan...
—¡Chist, gato! El gato se está bebiendo su leche, espántelo... Camila volvió a mirar al animal que, asustado por el grito de la fondera, se lamía los bigotes empapados en leche, cerca de la taza olvidada en una silla.
—¿Cómo se llama su gato?
—Benjuí...
—Yo tenía uno que se llamaba Gota; era gata...
Ahora sí se oyeron pasos y tal vez que...
Era él.
Mientras la Masacuata desatrancaba la puerta, Camila se pasó las manos por los cabellos para arreglárselos un poco. El corazón le daba golpes en el pecho. Al final de aquel día que ella creyó por momentos eterno, interminable, que no iba a acabar nunca, estaba entumecida, floja, sin ánimo, ojerosa, como la enferma que oye cuchichear de los preparativos de su operación.
—¡Sí, señorita, buenas noticias! —dijo Cara de Ángel desde la puerta, cambiando la cara de pena que traía.
Ella esperaba de pie al lado de la cama, con una mano puesta sobre la cabecera, los ojos llenos de lágrimas y el semblante frío. El favorito le acarició las manos.
—Las noticias de su papá, que son las que más le interesan, primero... —pronunciadas estas palabras se fijó en la Masacuata, y entonces, sin cambiar de tono de voz, mudó de pensamiento—. Pues su papá no sabe que está usted aquí escondida...
—¿Y dónde está él...?
—¡Cálmese!
—¡Con sólo saber que no le ha pasado nada, me conformo!
—Siéntese, donnn... —se interpuso la fondera, ofreciendo la banquita a Cara de Ángel.
—Gracias...
—Y como de necesidad ustedes tendrán su qué hablar, si no se le ofrece nada, van a dejar que me vaya para volver de acún rato. Voy a salir a ver qué es de Lucio, que se fue desde esta mañana y no ha regresado.
El favorito estuvo a punto de pedir a la fondera que no lo dejara a solas con Camila.
Pero ya la Masacuata pasaba al patiecito oscuro a cambiarse de enagua y Camila decía:
—Dios se lo pague por todo, ¿oye, señora?... ¡Pobre, tan buena que es!... Y tiene gracia todo lo que habla. Dice que usted es muy bueno, que es usted muy rico y muy simpático, que lo conoce hace mucho tiempo...
—Sí, es mera buena. Sin embargo, no se podía hablar ante ella con toda confianza y estuvo mejor que se largara. De su papá todo lo que se sabe es que va huyendo, y mientras no pase la frontera no tendremos noticias ciertas. Y diga: ¿le contó algo de su papá usted a esa mujer?
—No, porque creí que estaba enterada de todo...
—Pues conviene que no sepa ni media palabra...
—Y mis tíos, ¿qué le dijeron?
—No los pude ir a ver por andar agenciándome noticias de su papá; pero ya les anuncié mi visita para mañana.
—Perdone mis exigencias, pero usted comprende, me sentiré más consolada allí con ellos; sobre todo con mi tío Juan; él es mi padrino y ha sido para mí como mi padre...
—¿Se veían ustedes muy a menudo?
—Casi todos los días... Casi..., sí... Sí, porque cuando no íbamos a su casa, él venía a la nuestra con su señora o solo. Es el hermano a quien más ha querido mi papá. Siempre me dijo: «Cuando yo falte te dejaré con Juan, y a él debes buscar y obedecer como si fuera tu padre». Todavía el domingo comimos todos juntos.
—En todo caso quiero que usted sepa que si yo la escondí aquí fue para evitar que la atropellara la policía y porque esto quedaba más cerca.
El cansancio de la candela sin despabilar flotaba como la mirada de un miope. Cara de Ángel se veía en aquella luz disminuido en su personalidad, medio enfermo, y miraba a Camila más pálida, más sola y más chula que nunca en su trajecito color limón.
—¿En qué piensa?...
Su voz tenía intimidad de hombre apaciguado.
—En las penas en que andará mi pobre papá huyendo por sitios desconocidos, oscuros, no me explico bien, con hambre, con sueño, con sed y sin amparo. La Virgen lo acompañe. Todo el día le he tenido su candela encendida...
—No piense en esas cosas, no llame la desgracia; las cosas tienen que suceder como está escrito que sucedan. ¡Qué lejos estaba usted de conocerme y qué lejos estaba yo de poder servir a su papá!... —Y apañándole una mano, que ella se dejó acariciar, fijaron ambos los ojos en el cuadro de la Virgen.
El favorito pensaba:
¡En el ojo de la llave del cielo
cabrías bien, porque fue el cerrajero,
cuando nacías, a sacar con nieve
la forma de tu cuerpo en un lucero!
La estrofa, sin razón de ser en aquellos momentos, quedó suelta en su cabeza y como confundida a la palpitación en que se iban envolviendo sus dos almas.
—¿Y qué me dice usted? Ya mi papá irá muy lejos; se sabrá cuando más o menos...
—No tengo ni idea, pero es cuestión de días...
—¿De muchos días?
—No...
—Mi tío Juan tal vez tiene noticias...
—Probablemente...
—Algo le pasa a usted cuando le hablo de mis tíos...
—Pero ¡qué está usted diciendo! De ninguna manera. Por el contrario, pienso que sin ellos mi responsabilidad sería mayor. Adónde iba yo a llevarla a usted si no estuvieran ellos...
Cara de Ángel cambiaba de voz cuando se dejaba de fantasear sobre la fuga del general y hablaba de los tíos, del general que se temía ver regresar amarrado y seguido de una escolta, o frío como un tamal en un tapesco ensangrentado.
La puerta se abrió de repente. Era la Masacuata, que entraba que se hacía pedazos. Las trancas rodaron por el suelo. Un soplo de aire hamaqueó la luz.
—Acepten y perdonen que les interrumpa y que venga así tan brusca... ¡Lucio está preso!... Me lo acababa de decir una mi conocida cuando me llegó este papelito. Está en la Penitenciaría... ¡Chismes de ese Genaro Rodas! ¡Lástima de pantalones de hombre! ¡No he tenido gusto en toda la santa tarde! A cada rato el corazón me hacía pon-gón, pon-gón, pon-gón... Ái fue a decir que usted y Lucio se habían sacado a la señorita de su casa...
El favorito no pudo impedir la catástrofe. Un puñado de palabras y la explosión... Camila, él y su pobre amor acababan de volar deshechos en un segundo, en menos de un segundo... Cuando Cara de Ángel empezó a darse cuenta de la realidad, Camila lloraba sin consuelo tirada de bruces sobre la cama; la fondera seguía habla que habla contando los detalles del rapto, sin comprender el mundo que precipitaba en las simas de la desesperación con sus palabras, y en cuanto a él, sentía que lo estaban enterrando vivo con los ojos abiertos.
Después de llorar mucho rato se levantó Camila como sonámbula, pidiendo a la fondera algo con que taparse para salir a la calle.
—Y si usted es, como dice, un caballero —se volvió a decir a Cara de Ángel, cuando aquélla le hubo dado un perraje—, acompáñame a casa de mi tío Juan.
El favorito quiso decir eso que no se puede decir, esa palabra inexpresable con los labios y que baila en los ojos de los que golpea la fatalidad en lo más íntimo de su esperanza.
—¿Dónde está mi sombrero? —preguntó con la voz ronca de tragar saliva de angustias.
Y ya con el sombrero en la mano volvióse al interior de la fonda para mirar nuevamente, antes de partir, el sitio en que acababa de naufragar una ilusión.
—Pero... —objetó ya para dejar la puerta—, me temo que sea demasiado tarde...
—Si fuéramos a casa ajena, sí; pero vamos a mi casa; donde cualquiera de mis tíos sepa usted que estoy en mi casa...
Cara de Ángel la detuvo de un brazo con suavidad y como arrancándose el alma, le dijo violentamente la verdad:
—En casa de sus tíos ni pensarlo; no quieren oír hablar de usted, no quieren saber nada del general, lo desconocen como hermano. Me lo ha dicho hoy su tío Juan...
—¡Pero usted mismo acaba de decirme que no los ha visto, que les anunció su visita!... ¿En qué quedamos? ¡Olvida usted sus palabras de hace un momento y calumnia a mis tíos para retener en esta fonda a la prenda robada que se le va de las manos! ¡Que mis tíos no quieren oír hablar de nosotros, que no me reciben en su casal... Bueno, está usted loco. ¡Venga, acompáñeme, para que se convenza de lo contrario!
—No estoy loco, no crea, y daría la vida porque no fuera usted a exponerse a un desprecio, y si he mentido es porque... no sé... Mentía por ternura, por querer ahorrarle hasta el último momento el dolor que ahora va a sufrir... Yo pensaba volver a suplicarles mañana, menear otras pitas, pedirles que no la dejaran en la calle abandonada, pero eso ya no es posible, ya usted va andando, ya no es posible...
Las calles alumbradas se ven más solas. La fondera salió con la candela que ardía ante la Virgen para seguirles los primeros pasos. El viento se la apagó. La llamita hizo movimiento de santiguada.


 

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感谢阅读《网上学西班牙语:西班牙语阅读《总统先生》(17)》一文,我们精心为您准备延伸阅读:西班牙语学习技巧
西班牙语没有英语这么复杂的发音规则。他几乎每一个字母都只有一个特定的音,我举个例子,a这个字母无论何时都发“阿”这个音,e发“唉”(口型小点,跟英语里的e差不多)。西班牙语只有一个音是比较难发的,那就是r这个字母,他发的是大舌颤音,其实,西班牙语最难得不是他的发音,而是他的语法和动词变位。你一学就知道了,背的东西太多。还有,他的语速不是一般的快,你要做好心理准备,和英语不是一个数量级的!!我建议你最好提前买一本西班牙语看看,因为它比英语难学的多的多 。

1. 西班牙语属于拉丁语系,比英语要科学,是不要音标的拼音文字,掌握发音规则后就能够”见词发音”。短短的入门,学的好,就可以地道流利地读出所有的西班牙文章,这是第一关!西班牙谚语中把最难做的事情比做”学汉语”,可见有中文水平的人学西班牙不是成了最容易的事了?

2. 西班牙语的小舌音,卷舌连续抖动的r、rr是中国人的难点,窍门有三。一、发音前多加上“德拉”;二、利用漱口的时候,多延时5分钟——“嘟鲁鲁”;三、坚持2-4周利用上下班和无人的时候,练习卷舌,以上三点定会让你有“西班牙”味!还有些音是要声带镇动的,要注意!

3. 掌握西班牙语动词的变位也是个要死记硬背,熟能生巧的活!他的变化是为了口语交流中大量的省略主语,口语的方便带来的动词变位头痛是每一个有志学好西班牙语的人要克服的难关。有人说:“流利地读,熟练变位”掌握好了,西班牙语就学会了一半啊!初学者就没有白学!你也知道了重点在哪里了,可以集中精力去攻哪一块了。

4. 有点英语基础的人,会发现西班牙语单词在多数主要单词词干上非常接近,这样大家学习起来又省了些劲!

5. 学习任何外国语,要以模仿开口为优先,背会一句就应用一句,这样就算掌握了。不要,先纠语法一堆,就是不敢开口!讲错了,因为你是外国人,别人的背景比你大,所以人家仍然能听懂你,就象外国人讲汉语,即使很不准,你也能听懂,搞明白,会原谅他的不标准的。胆子大是第一啊,有人说过,你学外语多数都不是为了当电台标准播音员吧,何况,即使母语能挑上当播音员的又有几个?降低标准,抓住重点,能绕开你学语言的误区!

2012年02月22日 《网上学西班牙语:西班牙语阅读《总统先生》(17)》来源于西班牙留学https://xibanya.liuxue86.com

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